El Vengador Justiciero

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jueves, 18 de octubre de 2012

71 años sin María, “Masha" Bruskina


Naturalmente, os preguntaréis quién es Masha.
Pocos han oído hablar de ella.
Masha nación en Minsk, Bielorrusia, en 1924. En su época, se encontraba bajo la órbita de la Unión Soviética de Stalin.
Masha era judía. Y también era una comunista convencida, especialmente tras la agresión sufrida por su país ante la invasión de las tropas de la Wehrmacht nazi.
Masha era una niña, apenas una adolescente en pleno descubrimiento de la vida. Tenía 17 años cuando fue asesinada.
Decidió tener un papel, por muy humilde que pudiera ser, en la resistencia contra la invasión de las tropas alemanas.
Se dedicó a trabajar como enfermera en un hospital, atendiendo a heridos del Ejército Rojo; al tiempo, les procuraba ropas y papeles para que pudieran huir y salvarse de su destino bajo la dominación nazi.
Masha fue denunciada y capturada.
Masha fue torturada para que revelara los cómplices que la ayudaron en su papel de resistente. No dijo absolutamente nada a sus captores, por mucho que la maltrataran.
Tras apenas dos semanas, Masha fue objeto de un proceso sumario y condenada a muerte por partisana, junto con otros dos prisioneros que habían sido capturados.
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Masha es obligada a desfilar, junto con sus compañeros, por las calles. Su destino es una destilería prácticamente en ruinas, que será el lugar de ejecución. Un patíbulo.
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Masha es una jovencita muy guapa, aparentemente rubia. Sin embargo, ella se había teñido el pelo; su cabellera era oscura pero, siendo judía, había considerado que era una buena idea teñirse el pelo para así poder pasar más fácilmente desapercibida.
Ella sabe que va a morir, y mira a la multitud que la rodea, como la actriz principal de su propia tragedia.
El cartel que le han colgado al cuello, escrito en alemán y ruso, significa:
“Somos partisanos y hemos disparado a los soldados alemanes”.
Por supuesto, no es cierto. Masha no le ha disparado a nadie. Ni ha tomado la vida de persona alguna. La misión que se impuso consistía en intentar salvar a otros de una muerte previsible en manos del ejército de ocupación.
Con anterioridad al desfile y ejecución, Masha le había escrito a su madre una carta. El texto en inglés es el siguiente:
“I am tormented by the thought that I have caused you great worry. Don't worry. Nothing bad has happened to me. I swear to you that you will have no further unpleasantness because of me. If you can, please send me my dress, my green blouse, and white socks. I want to be dressed decently when I leave here.”
Una traducción libre de ello sería así:
“Me atormenta el pensamiento de que te he causado una gran preocupación. No te preocupes. Nada malo me ha ocurrido. Te juro que no tendrás más molestias por mi causa. SI puedes, por favor, envíame mi vestido, mi blusa verde y mis calcetines blancos. Quiero estar decentemente vestidas cuando me vaya de aquí”.
Masha_Bruskina_noosed
Masha es conducida al patíbulo, y la cuerda es anudada alrededor de su cuello.
Los militares que están a su alrededor no son, mayoritariamente, alemanes. Son lituanos del Batallón 707, alistados voluntariamente en la Wehrmacht. Su muerte cae bajo la responsabilidad del coronel de este batallón.
Los testigo aseguran que Masha opuso una gran resistencia para no ser mostrada de cara a la multitud que iba a presenciar la ejecución. Como puede observarse, y mientras sigue viva, hace lo posible por estar de espaldas, aunque los militares intenten una y otra vez que se vuelva de cara al público.
Las ejecuciones mediante ahorcamiento llevadas a cabo por las tropas alemanas nunca implicaban cubrir la cara del reo.
Se pretendía que el sufrimiento y el rictus de la muerte fuera patente para todos los observadores.
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Masha es colgada mediante el método de “caída corta”, que asegure que no se rompa el cuello ni pueda tener una muerte rápida por lesión medular.
Testigos de la ejecución afirman que Masha sufrió varias convulsiones luchando contra la asfixia, resistiéndose y pataleando al no poder respirar.
Finalmente, la indignidad de su muerte premió a sus asesinos con la liberación de sus esfínteres, mostrando a todos la agonía a la que se la había sometido.
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Sus compañeros serán, igualmente, ejecutados.
Kiril Trus.
Volodia Shcherbatsevich.
Los hechos tuvieron lugar el 26 de Octubre de 1941.
Os podríais preguntar qué convierte a Masha en alguien especial para ser mencionada tras 71 años.
Nada.
Todo.
Ella puede representar perfectamente y con rigor el sufrimiento de millones de personas durante la abominación de la guerra.
Pero además, es el ejemplo paradigmático de la parte más indigna, feroz y miserable de una confrontación injustificable. Se asesina a la juventud, robándole toda posibilidad de conocer las alegrías de una vida plena futura. Se la asesina sin que haya cometido crimen o muerte algunos, condenándola a una muerte lenta, dolorosa y terrible por intentar ayudar a otros para que tuvieran una oportunidad de salvar sus vidas.
Y, por si fuera poco, en su propio país, la Bielorrusia actual, se le negó el homenaje de una simple placa de recuerdo, junto con los otros dos resistentes ejecutados, porque Masha era judía y ello no era muy aceptable desde el punto de vista propagandístico. Tal cosa se enmendó en el año 2009, mencionando dicha placa su nombre.
Yo os pregunto, a vosotros, que no la conocisteis, ni conocisteis la guerra en que ella fue asesinada, ni supisteis de su muerte, ni de la muerte de su madre en los campos de exterminio nazis….
¿Seréis capaces de recordarla por unos breves momentos? ¿quizás de rezar una oración por ella?
Aunque fuese un simple y fugaz pensamiento que le dediquéis, ¿no se lo merecería?
¿No sería justo que unas pocas lágrimas de aquéllos que han conocido su historia pudieran servir para lavar la ignominia de su agonía y muerte?
Os dejo a vosotros considerarlo. Si así tuvierais a bien arroparla con una pizca de ternura en vuestros pensamientos, estoy seguro de Masha os sonreiría.