El Vengador Justiciero

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lunes, 25 de marzo de 2013

Testimonios de Internet

 

PRIMER TESTIMONIO:

Hola, me llamo Maribel y trabajo en el cine español, estoy casada con un empresario que tiene siete teatros, mis amigos y yo nos dedicamos a hacer películas con el dinero de los impuestos de los ciudadanos, luego, si esos ciudadanos quieren verlas tienen que pasar por taquilla, abonarse a una tele de pago o comprar una copia original en su soporte favorito, porque las descargas piratas son... un crimen, ya sabéis. También hago anuncios de hipotecas del Banco Santander, por ejemplo, esta es una entidad líder en muchas cosas, desahucios sin ir mas lejos. Y fui imagen de el Corte Inglés, que es una empresa donde ni siquiera se permiten los sindicatos. Ayer me dieron un premio Goya, por una película en la que matamos varios toros, mira que yo hice campaña para promover la adopción de galgos y eso... bueno, a lo que iba, que en los agradecimientos, enfundada en un modelito de Raf Simmons para Dior y con joyas de Bulgari, denuncié este injusto sistema que "roba a los pobres para dárselo a los ricos" También pensé en denunciar la privatización en sanidad... pero caí en la cuenta de que soy accionista de una clínica privada en Estepona y me contuve.

Molo un montón.

SEGUNDO TESTIMONIO:

Hola me llamo Candela. Al igual que Maribel trabajo en el cine español y también me han dado un Goya. Como sabéis mi padre murió en un hospital público catalán, sin mantas para taparlo ni agua para beber. Cuando murió no se me ocurrió querellarme con el hospital. Pensé que no era el momento. Hace poco recibí el premio Gaudí en Cataluña. Estuve a punto de denunciar este hecho pero creí que todavía no era el momento. Sin embargo cuando recibí el Goya, pensé que delante de mis amigos, delante del ministro y delante de media España, sí que era el momento.  Ataviada en un vestido de David Delfín y con cara compungida mis palabras conmovieron a más de alguno. Soy una actriz extraordinaria, ¿verdad? No se como no me dieron otro Goya en ese instante. Me llamo Candela y “os pido trabajo”. Me llamo Candela y “tengo un hijo que alimentar”. Os pido españoles que subvencionéis mi cine. Gracias. Por cierto mi padre murió mientras gobernaba Zapatero, pero denuncié mi indignación ante el gobierno de Rajoy. Contradictoria que es una.

TERCER TESTIMONIO:

Hola me llamo Javier. Creo que yo no necesito presentación pues soy un actor de fama mundial.  Soy comunista y multimillonario. ¿Un oxímoron? Sí. Yo es que soy así, muy contradictorio. Lo considero muy divertido. Una vez por ejemplo, recogí un premio del Instituto Reina Sofía de Nueva York y me lo entregó la reina, siendo yo muy republicano.Como también sabréis siendo comunista odio el capitalismo y todo lo que representa y por supuesto no me cae bien su nación abanderada: los EE.UU. Por ello soy antinorteamericano confeso y me he manifestado en numerosas ocasiones en contra de su política, su cultura y sus principios. Sin embargo vivo en una mansión en Miami y monté un lobby para conseguir el premio más codiciado por un actor: el Oscar. Un premio muy americano. Soy enemigo de lo privado pero ingresé a mi mujer Pe en un carísimo centro privado de Beverly Hills para dar a luz a nuestro primogénito. El centro está regentado y financiado por judíos sionistas, pero yo soy muy antisemita y defiendo siempre que puedo la causa palestina. Cuando mi mujer y yo nos venimos a España, tras haber llenado las maletas de dólares, gracias a los jugosos dividendos que nos brinda el sistema capitalista norteamericano, nos instalamos en nuestra fastuosa casa de la Finca y es cuando yo comienzo a denunciar junto a Candela y Maribel, los recortes del PP desde mi condición de comunista multimillonario, Goya en mano.

Yo también molo un montón ¿A que sí?

viernes, 15 de marzo de 2013

Visto por ahí…

 

Un buen día del año 2014 nos despertaremos y nos anunciarán que la crisis ha terminado. Correrán ríos de tinta escritos con nuestros dolores, celebrarán el fin de la pesadilla, nos harán creer que ha pasado el peligro aunque nos advertirán de que todavía hay síntomas de debilidad y que hay que ser muy prudentes para evitar recaídas. Conseguirán que respiremos aliviados, que celebremos el acontecimiento, que depongamos la actitud crítica contra los poderes y nos prometerán que, poco a poco, volverá la tranquilidad a nuestras vidas.
Un buen día del año 2014, la crisis habrá terminado oficialmente y se nos quedará cara de bobos agradecidos, nos reprocharán nuestra desconfianza, darán por buenas las políticas de ajuste y volverán a dar cuerda al carrusel de la economía. Por supuesto, la crisis ecológica, la crisis del reparto desigual, la crisis de la imposibilidad de crecimiento infinito permanecerá intacta pero esa amenaza nunca ha sido publicada ni difundida y los que de verdad dominan el mundo habrán puesto punto final a esta crisis estafa —mitad realidad, mitad ficción—, cuyo origen es difícil de descifrar pero cuyos objetivos han sido claros y contundentes: hacernos retroceder 30 años en derechos y en salarios.
Un buen día del año 2014, cuando los salarios se hayan abaratado hasta límites tercermundistas; cuando el trabajo sea tan barato que deje de ser el factor determinante del producto; cuando hayan arrodillado a todas las profesiones para que sus saberes quepan en una nómina escuálida; cuando hayan amaestrado a la juventud en el arte de trabajar casi gratis; cuando dispongan de una reserva de millones de personas paradas dispuestas a ser polivalentes, desplazables y amoldables con tal de huir del infierno de la desesperación, entonces la crisis habrá terminado.
Un buen día del año 2014, cuando los alumnos se hacinen en las aulas y se haya conseguido expulsar del sistema educativo a un 30% de los estudiantes sin dejar rastro visible de la hazaña; cuando la salud se compre y no se ofrezca; cuando nuestro estado de salud se parezca al de nuestra cuenta bancaria; cuando nos cobren por cada servicio, por cada derecho, por cada prestación; cuando las pensiones sean tardías y rácanas, cuando nos convenzan de que necesitamos seguros privados para garantizar nuestras vidas, entonces se habrá acabado la crisis.
Un buen día del año 2014, cuando hayan conseguido una nivelación a la baja de toda la estructura social y todos —excepto la cúpula puesta cuidadosamente a salvo en cada sector—, pisemos los charcos de la escasez o sintamos el aliento del miedo en nuestra espalda; cuando nos hayamos cansado de confrontarnos unos con otros y se hayan roto todos los puentes de la solidaridad, entonces nos anunciarán que la crisis ha terminado.
Nunca en tan poco tiempo se habrá conseguido tanto. Tan solo cinco años le han bastado para reducir a cenizas derechos que tardaron siglos en conquistarse y extenderse. Una devastación tan brutal del paisaje social solo se había conseguido en Europa a través de la guerra. Aunque, bien pensado, también en este caso ha sido el enemigo el que ha dictado las normas, la duración de los combates, la estrategia a seguir y las condiciones del armisticio.
Por eso, no solo me preocupa cuándo saldremos de la crisis, sino cómo saldremos de ella. Su gran triunfo será no sólo hacernos más pobres y desiguales, sino también más cobardes y resignados ya que sin estos últimos ingredientes el terreno que tan fácilmente han ganado entraría nuevamente en disputa.
De momento han dado marcha atrás al reloj de la historia y le han ganado 30 años a sus intereses. Ahora quedan los últimos retoques al nuevo marco social: un poco más de privatizaciones por aquí, un poco menos de gasto público por allá y voilà: su obra estará concluida. Cuando el calendario marque cualquier día del año 2014, pero nuestras vidas hayan retrocedido hasta finales de los años setenta, decretarán el fin de la crisis y escucharemos por la radio las últimas condiciones de nuestra rendición.